Durante casi tres décadas, la ONU ha reunido a casi todos los países del planeta en las cumbres mundiales sobre el clima -llamadas COP- o «Conferencia de las Partes». Desde entonces, el cambio climático ha pasado de ser un tema marginal a convertirse en una prioridad mundial. Del 31 de octubre al 12 de noviembre se celebró en Glasgow (Escocia) la COP 26 (retrasada un año por la pandemia), una negociación de doce días a la que asistieron 196 líderes mundiales, flanqueados por decenas de miles de negociadores, representantes de gobiernos, empresas y ciudadanos para llegar a un acuerdo sobre cómo afrontar el cambio climático. La mayoría de los expertos coinciden en subrayar el carácter extraordinario y urgente de la COP26: no ha sido una cumbre internacional cualquiera, porque se han revisado los acuerdos de la COP21. La COP21 se celebró en París en 2015 y dio lugar a la adopción del Acuerdo de París por parte de los Estados miembros, el primer acuerdo universal y jurídicamente vinculante sobre el cambio climático. La UE ratificó el Acuerdo de París el 5 de octubre de 2016, lo que permitió su entrada en vigor el 4 de noviembre del mismo año. El Acuerdo de París fue un paso fundamental para salvaguardar el medio ambiente.

Estos son sus principales objetivos:

Reducción de las emisiones

Objetivo de contener el aumento medio de la temperatura mundial dentro de 1,5 ° C

Transparencia y responsabilidad en todo el mundo

Adaptación a los impactos del cambio climático

Apoyo internacional continuo y coherente a los países en desarrollo

Cooperación y apoyo mutuo para hacer frente a las pérdidas y daños asociados a los efectos negativos del cambio climático

Definición del papel de las ciudades, regiones y autoridades locales

Mantenimiento y fomento de la cooperación tanto regional como internacional

Movilización de 100.000 millones de dólares anuales para 2020.

Ampliación hasta 2025 para apoyar a los países desarrollados

Los países se presentaron en la cumbre de Glasgow con planes actualizados para reducir sus emisiones. Lamentablemente, los compromisos asumidos en París han resultado insuficientes para limitar el calentamiento global a 1,5 grados, y la ventana para lograr este objetivo se está cerrando: la década hasta 2030 será crucial. Las negociaciones condujeron a la adopción del Pacto Climático de Glasgow, considerado decepcionante por algunos observadores y por otros el mejor compromiso alcanzable. Por primera vez en una conclusión de la COP, se introdujo una referencia explícita a la reducción del consumo de carbón, cuyas emisiones representan casi el 40% del CO2 emitido a escala mundial. Este es el compromiso más importante en la lucha contra el cambio climático. En la sesión final, India consiguió que se incluyera una enmienda que suaviza el texto en lo que respecta al carbón, restando eficacia al compromiso adquirido. Ya no se habla de phase out (eliminación gradual), como se proponía inicialmente, sino de phase down (reducción gradual) Greta Thunberg y los activistas de Viernes por el Futuro creen que los resultados de la COP26 son «aún más vagos de lo habitual, afirmando que han conseguido suavizar el bla bla bla». En una entrevista con la BBC unos días después de la conclusión de la cumbre del clima de Glasgow, Greta dijo «Desgraciadamente ha terminado como esperaba. Hay muchos pequeños avances, pero el documento puede interpretarse de muchas maneras. Es muy, muy vago.

Todavía podemos ampliar la infraestructura de combustibles fósiles, todavía podemos aumentar las emisiones globales. Es muy vago y, aunque hayamos hecho algunos pequeños avances, debemos recordar que la crisis climática es una cuestión de tiempo, es una crisis acumulativa, y mientras demos pequeños pasos perderemos».

Mientras Europa y Estados Unidos celebran el acuerdo de Glasgow, coincidiendo en que la COP26 es el momento en que la humanidad se ha tomado por fin en serio el cambio climático, expertos y antiguos diplomáticos advierten: ¡no basta con empezar a trabajar inmediatamente para la COP27!